domingo, 28 de octubre de 2012

Valdesola del Olvido III


Poco a poco los tiempos fueron cambiando. Aquello que parecía una estación abandonada, pronto tomó un tono de progreso. Todo cambió. Pasó mi tiempo de navegar entre raíles bajo la lluvia hacia el destino califal; también quedó atrás sobrevolar la ciudad con un ala prestada. Todo había cambiado. ¿Y yo? Interiormente parecía ser el mismo; más mayor, aparentemente más preparado, pero igual de vulnerable. Miedo, desconfianza, apatía, aversión por el cambio…

Todo a mi alrededor estaba distinto; la gente que pasaba por delante era distinta. Cada cual traía su historia, como al principio de todo; y de nuevo eran pisoteadas por una rueda metálica, o enterradas bajo los guijarros.

Un punto de locura, un arrebato de rebeldía, y volví a embarcarme en un ferrocarril. ¿Origen? La misma estación…El tren siempre había sido circular. Extraños me miran; yo los miro desafiante. ¿Qué queréis? No, no soy lo que estáis pensando; nunca lo llegaríais a descubrir. ¿Destino? Conocido…si; doloroso…tal vez; en mis recuerdos…inevitablemente.

Echa a andar. Por la ventanilla, gotas de agua que resbalan hacia atrás por el viento y caen en los charcos inundando los surcos de la vía. ¿Queréis sustituir mis lágrimas? Adelante, yo ya no las necesito.

Hubo una vez en que este destino fue distinto; hubo una vez que me quedé varado en él, e incluso hubo una vez que me hicieron tropezar. Nadie volvió a por mí; nadie me quiso tender su mano. No, ya no la quiero, ¿o es que crees que soy ortopédico?

Se acerca, cada vez queda menos…o eso me hacen pensar. Alguna que otra vez me han recibido allí; han sido brazos distintos, miradas distintas, labios distintos…tactos distintos. A veces flotaba, otras veces el barro me dificultaba el camino. ¡Incluso  resbalé! Pero nunca quedé estancado.

Anuncian la estación…Incertidumbre. ¿Por qué no caminabas junto a mí? Mi camino no era fácil, lo sé, pero no puedes negar que el tuyo tampoco lo es.

No se…esta vez no ha parado… ¿sería una estación ficticia? El vagón sigue adelante y la gente no parece extrañarse. ¿Pensáis acompañarme? Bueno, siempre es mejor que viajar solo aunque vuestros labios sigan sellados y vuestros ojos desafiándome. No, esta vez no ha parado; no sé por qué, pero no sé si quiero saberlo. No sé dónde me lleva, sólo sé que este camino es más largo que los anteriores.

Yo espero, claro que espero; no me queda otra. A mi reloj parecen habérseles derretido las manillas y me abrasa la muñeca, ¿o quizás me abrasa la mente? Ya no sé ni lo que siento, pero tampoco sé si quiero saberlo.

Sentado. Dedos entrelazados. Mirada perdida. Corazón delirante…Seguiré adelante…