...y después de despejar del camino la maleza que pudo, tuvo que emprender el regreso. Pero todo había cambiado. Ya no sentía mariposas en el estómago; en su ser reinaba un sentimiento de inseguridad mezclado con fortaleza: el camino estará despejado...espero no encontrarme espinas.
Era como regresar al Mar de Putrefacción, donde las esporas de los hongos secaban los pulmones al tomar una bocanada de aire. ¿Sería ya el aire puro?
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